" Cada salida, es la entrada a otro lugar"

Este blog pretende transmitir la belleza y peculiaridad de lo cercano, los lugares que nos transportan en el tiempo y en el espacio. Rincones de nuestra geografía más próxima que nos dejan sin aliento o nos transmiten una paz necesaria en momentos de dificultad. Espero contribuir a que conozcamos un poquito más dichos lugares y a despertar la curiosidad del lector para que en su próxima salida, inicie la entrada a otro lugar... un lugar al que viajar sin necesidad de sacar billete.

miércoles, 20 de mayo de 2015

EN BUSCA DEL CASTILLO PERDIDO (capitulo 3)

De territorio íbero a la muerte de Pelegrín de Atrosillo

Los próximos números de ‘Explorador de proximidad’, poco tendrán que ver con la idea original por la que nació esta sección. Durante este 2015 nos convertimos en ‘Explorador de la historia alcorisana’. A aquellos a los que la historia no les llena, mis disculpas. Espero volver a encontraros en las aventuras de 2016. Y a aquellos a los que les apasiona la historia del lugar en el que viven tanto como a mí, disfrutadlo como yo lo he hecho. GRACIAS.

Los expertos datan el primer poblamiento íbero de la peña de San Juan alrededor del siglo II-I A.C. Ese pudo ser sin duda el germen de la Alcorisa actual. 


Vista aérea de la peña de San Juan


Se conocen numerosos poblamientos íberos anteriores a esa fecha. Uno de ellos está muy próximo a la peña de San Juan,  en Figueruelas. Así que podríamos pensar que el movimiento de población íbera de un lugar a otro se pudo producir por motivos estratégicos, con el fin de dominar la parte del valle del Guadalopillo que no se divisaba desde Figueruelas, hasta conectar con el yacimiento ibérico de El Carrascal, que domina el acceso hacia Berge por el río, el barranco de la Icesa y el llano del Lecinar, perfectamente visible éste último desde nuestra peña de San Juan, y el cruce de caminos que ya existía entonces a los pies de la montaña del Calvario.

En los años 197 y 196 A.C. se produjo una sublevación generalizada de todos los pueblos indígenas hispanos contra Roma, que había invadido nuestras tierras tras la II guerra Púnica contra los cartagineses. En un primer momento los ejércitos romanos sufrieron una derrota aplastante y a duras penas consiguieron retirarse.

Pudo ser entonces cuando los íberos armaron sus defensas ante la más que probable venganza romana, eligiendo nuestra peña de San Juan como lugar de importancia estratégica para controlar los movimientos del enemigo.

En el año 195 A.C. Roma envió refuerzos. Un ejército consular al mando del cónsul Marco Porcio Catón, al cual algunos escritos definen como “el tipo más loco y peligroso de toda Roma”. Este poderoso ejército, compuesto por alrededor de 70.000 hombres, aplastó la sublevación. Tan sólo Numancia resistió al poder destructor de los soldados romanos.

Tras años de duras revueltas y de cambios estratégicos en la perseverante colonización, finalmente Roma impuso su ley y sus costumbres a los pobladores originales, consolidando su dominio con la construcción de importantes núcleos poblacionales y villas dispersas por el territorio. Desconocemos si el poblamiento de la peña de San Juan fue abandonado en aquellos años, pero es seguro que sus estructuras fueron aprovechadas tiempo después.

Existe constancia de la presencia romana en nuestras tierras. La villa parcialmente excavada a los pies del Cabezo de la Guardia es buena muestra de ello. Es más, Montserrat Martínez encontró sobre la peña de San Juan restos de terra sigillata hispánica, cerámica de origen romano correspondiente a finales del siglo I a.C. Aunque esto no significa que hubiera pobladores romanos en el lugar, tan sólo prueba que los pobladores iberos de nuestra peña de San Juan convivieron con los invasores romanos.

Muchos de los poblados íberos que se extienden por nuestro término fueron abandonados en la época de dominación romana. Tan solo existe constancia de que en época medieval, en los siglos XII y XIII, se hace referencia  todavía a un asentamiento llamado Pitarra. (Imagen 2, 3 y 4) y que, según dice el libro ‘Historia de Aragón’ en su segundo volumen,  fue entregado por el rey Pedro II de Aragón a Artal, Hijo de Ximeno de Atrusella, junto el castillo de Foz Calanda en el año 1202. La ubicación exacta de este asentamiento se desconoce, pero Montserrat Martínez, gran conocedora de la zona, encontró cerámica medieval en unas masadas próximas a La Foya.


Imagen 2.Transcripción de documento de 1276 del libro:
 "Bullarium Ordinis Militae Calatrava" 1761



Imagen 3... "Catedra Episcopal de Zaragoza"



Imagen 4... Transcripción de la carta puebla de Camarón. 
"Documentos ineditos de la Corona de Aragon". 1851

Se cree que fue alrededor del año 466 cuando los visigodos, aprovechando la decadencia romana, irrumpieron en la Península Ibérica. En Alcorisa no existe constancia de poblamientos visigodos. Es un periodo “oscuro” de nuestra historia del que apenas se conoce nada, porque poco se ha investigado sobre ello.  Sin embargo, en Berge aparecieron dos necrópolis visigodas, expoliadas en tiempos recientes, en las proximidades de la Virgen de la Peña, en el Berchivillo y las Umbrías, en cuyas excavaciones participo Montserrat Martínez. Los materiales se encuentran en el museo provincial de Teruel.

Los visigodos dominaron nuestras tierras casi 300 años. Hasta que en la primavera del año 714 las tropas musulmanas, que tres años antes habían entrado en la Península Ibérica provenientes de África, alcanzaron el valle del Ebro. Los musulmanes iniciaron un acelerado proceso de islamización. Comenzaron por arabizar algunos nombres y habilitar mezquitas. El proceso de islamización se aceleró gracias a la concesión de enormes facilidades para todos los que se sumaron a la comunidad musulmana.

Los núcleos poblacionales que en ese momento existían en nuestro término, desconocemos en qué lugares exactos, se sometieron a los nuevos señores. Y comenzó una larga época de vasallaje islámico de la zona. Primero integrados en los dominios del califato de Córdoba, después como Marca Superior de Al-Andalus con capital en Zaragoza, y posteriormente formando parte de las Taifas musulmanas.


Es el periodo de las taifas el que mas nos interesa. Concretamente el reinado de Al-Muqtadir. Fue regente de la Taifa de Zaragoza entre los años 1046 y 1081, cuando ésta alcanzó su máximo esplendor. De hecho fue el que ordenó la construcción del actual palacio de la Aljaferia. En el año 1076, Al-Muqtadir consiguió reunir bajo sus dominios las taifas de Zaragoza, Tortosa y Denia, siendo el rey de Valencia vasallo suyo. 


En aquel periodo los cristianos comenzaron a planificar su expansión hacia el sur y Ramiro I de Aragón hostigaba continuamente a la Taifa de Zaragoza, aunque una y otra vez sus embestidas eran frenadas por las tropas musulmanas. Los enfrentamientos con Aragón se recrudecieron. Bajo reinado de Sancho Ramírez, los aragoneses recibieron por fin el apoyo decisivo del Papa Alejandro II, que supuso la llegada de refuerzos de otros países europeos.

Al-Muqtadir falleció en el 1082, dividiendo su reino entre sus dos hijos. Al-Mutaman, sería rey de la Taifa de Zaragoza, y a Al-Mundir le fue entregada en herencia la taifa de Lérida y Tortosa. No respetaron el testamento de su padre. Y como ambos querían controlar todo el territorio, se enzarzaron en una guerra que duraría varios años.

Es entonces cuando la sierra del Caballo o los Caballos se convirtió en zona de frontera entre las Taifas de Zaragoza y de Lérida y Tortosa. Estos enfrentamientos pudieron ser el origen de la construcción del castillo o qal’a de Alcorisa. La línea marcada por las fortalezas de Buñol, Calanda, Foz Calanda, Alcorisa, Berge y Molinos no sólo fue importante para frenar el avance de las tropas aragonesas en el siglo XII, también cuando Al-Mutaman y Al-Mundir guerreaban entre ellos por el dominio de plazas tan importantes como Castellote, Camarón, Olocau o Morella.

De hecho fue El Cid Campeador, Rodrigo Díaz de Vivar, el que, al servicio de la taifa zaragozana, derrotó a las tropas de Al-Mundir, apoyadas por el Condado de Barcelona, en la batalla de Monzón y Tamarite, primer enfrentamiento armado de los dos hermanos musulmanes. Tras esta victoria, Al-Mutaman envió al Cid y sus mesnadas a abrir un camino al mar para su reino por la ciudad de Morella. Es en esa empresa cuando Rodrigo Díaz de Vivar, su caballo Babieca y su espada Tizona rindieron las fortalezas de Huesa y Montalbán, para después ir hasta Alcañiz y continuar a Morella. En la batalla de Morella, que segun algunos investigadores pudo ser en Olocau y según otros en la Pobla de Alcolea, ganó a Colada, su otra espada. Es probable que el legendario caballero castellano estuviera también en las puertas del castillo alcorisano en sus correrías por el Bajo Aragón.

Seria una vez estabilizada la zona, cuando es probable que, bajo la protección del castillo, se instalara un pequeño grupo de musulmanes con el fin de explotar las huertas próximas al río, habitando la alquería que acompaño al castillo los últimos años del Islam en nuestras tierras, aunque se desconoce su ubicación exacta. Es posible que se aprovechasen estructuras anteriores.

Las tropas aragonesas se aprovecharon de los continuos enfrentamientos entre las taifas musulmanas. Y en 1118 Alfonso I el Batallador tomó Zaragoza. Un año después haría lo propio con el Bajo Aragón, marcando la frontera en las sierras de la Ginebrosa, el Caballo y los puertos de Beceite. La orografía y el entramado defensivo existente, en el que se incluía el castillo de Alcorisa, frenaron el avance de las tropas aragonesas, que no fueron capaces de consolidar la conquista de los corredores del Guadalope y el Guadalopillo hasta finales del siglo XII, bajo reinado de Alfonso II y cuando el Condado de Barcelona ya formaba parte de la Corona de Aragón.

Alfonso II cedió Alcañiz y sus aldeas a la Orden de Calatrava en 1179 (Imagen 6). El primer legajo que yo he encontrado en el que se nombra por primera vez Alcorisa y su castillo es de 1187. Se trata de una Bula Papal firmada por Gregorio VIII en la que concede privilegios a la Orden, incluyendo Alcorisa y su castillo (Imagen 7). La encontré transcrita en uno de los libros mas importantes de cuantos me he encontrado en esta intensa investigación, “Bullarium Ordenis Militae de Calatrava”, escrito en 1761 y en el que se recopilan todas las bulas y privilegios de la Orden de Calatrava desde su fundación. (Imagen 8)



Imagen 6... Transcripción del documento de cesión de Alcañiz a la Orden de Calatrava. 
"Bullarium Ordinis Militae Calatrava" 1761


Imagen 7... Transcripción del primer documento que yo conozco (año 1187)
 en el que aparece el nombre de Alcorisa. "Bullarium Ordinis Militae Calatrava" 1761


Imagen 8... Portada interior del libro "Bullarium Ordinis Militae Calatrava" 1761

Posteriormente vuelven a aparecer, en 1194, Alcorisa, Pitarra y Val de Nuez en la carta puebla de Camarón, antigua villa situada junto a Mas de las Matas, donde hoy se yergue la ermita de Santa Flora.


Poco después de 1179, fecha en que Alfonso II cedió Alcañiz y sus dominios a la Orden de Calatrava, los monjes guerreros arriendan el castillo de Alcorisa a Don Lope de Albero, primer señor cristiano de nuestras tierras tras la reconquista. Lope de Albero fue un rico hombre de mesnada, oriundo de la localidad oscense de Albero Alto, que tenía un ejército a disposición del rey de Aragón. Así que la cesión de los monjes calatravos del castillo de Alcorisa a tan ilustre caballero sólo pudo tener como objetivo asegurar la protección de la plaza conquistada. De hecho, Lope de Albero jamás fijó residencia en la fortaleza alcorisana.
Posteriormente, en 1218, Lope de Albero cedió el castillo de Alcorisa como dote a su hija Sancha Lope y a su yerno, Pelegrín de Atrosillo, que se convertiría de esta forma en el segundo señor del castillo de Alcorisa. (Imagen 9)


Imagen 9... Parte del documento en el que Don Lope de Albero cede el castillo de Alcorisa a su hija Sancha y a Pelegrín de Atrosillo. Archivo de la Corona de Aragón.

Nuestros dos primeros señores aparecen mencionados en el ‘Llibre dels fets’ de Jaime I “El conquistador”, cuando en 1220 don Rodrigo de Lizana prendió ilegalmente a Lope en su castillo de Albero trasladándolo al castillo de Lizana. Pelegrín y su hermano pidieron intervención real ante tal atropello y Jaime I declaró ilegal la detención de don Lope de Albero. Las tropas reales sitiaron Lizana, pero Don Rodrigo huyó a Albarracín bajo el amparo de sus amigos los Azagra. Las tropas reales sitiaron  la bella localidad de los Montes Universales, pero fracasaron.

Pelegrín de Atrosillo y su hermano Gil, señor de Estercuel (los Atrosillo fueron los que construyeron la primera ermita que se erigió donde hoy está el convento del Olivar), fueron dos activos soldados a las órdenes de Jaime I. Ambos participaron en las conquistas de Mallorca, Burriana, El Puig y Biar, y estuvieron presentes en las Cortes celebradas en Alcañiz en 1250. Es muy probable que en todos estos acontecimientos conocieran al barón Arnaldo Ballester, participe también en estos hechos, y que curiosamente poseía el mismo escudo de armas que los Ballester alcorisanos. (Imagen 10) En la colección archivística de don Luis de Salazar y Castro, que se guarda en la Biblioteca Nacional, existe una referencia a Don Gil de Atrosillo como alcaide de Peñiscola, una muestra más de la importancia de esta familia en la época del Conquistador.


Imagen 10... Escudo del Barón Arnaldo Ballester

Ese espíritu belicoso y los muchos señoríos que tenían los Atrosillo repartidos por la Corona, supusieron probablemente que no perdieran tiempo en la repoblación y desarrollo de la pequeña fortaleza de Alcorisa. Por eso los monjes calatravos, hartos de la poca atención del señor de Atrosillo a su dominio, decidieron romper el vinculo de Alcorisa con esta familia a la muerte de Pelegrín.

El de Atrosillo murió en 1271. Poco después los Ballester irrumpieron en Alcorisa. Según el árbol genealógico de los descendientes de la familia Ballester, ilustrado en el libro ‘Alcorisa y sus tradiciones’, don Ramón Ballester y su esposa doña Juana Bernat fueron los primeros Ballester que llegaron a Alcorisa tras la muerte de Pelegrín.

Pero… ¿residieron los Ballester en Alcorisa a partir de entonces? ¿Quién fue realmente Ramón Ballester?. Intentaremos resolver esas cuestiones en el próximo número.

Óscar librado Millán


(Permitidme una vez mas agradecer su ayuda y su colaboración en esta aventura a Marián Beltrán, Montserrat Martínez, Alberto Librado, Daniel Millera y Antonio Martínez)

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